Ni la tristeza es virtud ni la alegría pecado.
Que pena, han educado generaciones en el culto al dolor.
A esas heroicas mujeres que perdieron todo en la guerra y sin embargo enfrentaron con esperanza el futuro, a ellas que dejaron sus pueblos y sus muertos y cruzaron el mar en busca de un porvenir venturoso, a ellas que a pesar de todo por ver felices a sus hijos, mantuvieron una sonrisa en los labios y una alegre canción perfumando la infancia.
A ellas que con un trozo de pan viejo y un huevo hacían el milagro de una golosina.
A ellas, a las abuelas, bisabuelas, tatarabuelas a las que les debo el estar hoy aquí.
Y a todas las mujeres.
Yo vengo a ofrecer mi corazón
Fito Paez
¿Quién dijo que todo está perdido?
Yo vengo a ofrecer mi corazón.
Tanta sangre que se llevó el río,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
No será tan facil, ya sé que pasa.
No será tan simple como pensaba.
Como abrir el pecho y sacar el alma, una cuchillada de amor.
Luna de los pobres, siempre abierta,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
Como un documento inalterable,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
Y uniré las puntas de un mismo lazo,
y me iré tranquilo, me iré despacio,
y te daré todo y me darás algo,
algo que me alivie un poco nomás.
Cuando no haya nadie cerca o lejos,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
Cuando los satélites no alcancen,
yo vengo a ofrecer mi corazón.
Hablo de países y de esperanza,
hablo por la vida, hablo por la nada,
hablo por cambiar esta, nuestra casa,
de cambiarla por cambiar nomás.
¿Quién dijo que todo está perdido?
Yo vengo a ofrecer mi corazón.