No podrìa decir con exactitud que fuè lo que ocurriò.
Un estruendo, vidrios rotos que saltaron a mi alrededor, el carrito de las compras volcado, un estante destrozado y yo de pie, paralizada por el impacto.

Alguien me alcanzò una silla y un vaso de agua, me llevò unos minutos reponerme del susto, no sufrì ni un rasguño.
Luego ya compuesta salì del supermercado, en la puerta increiblemente, la señora hablando por telefono y los chicos corriendo...
Sigo pensando que los lìmites bien puestos por los padres, son imprescindibles.