martes, 4 de agosto de 2009

Temor a los mèdicos? - Capìtulo 10-


YO NO LE TEMO A MIS MEDICOS
Espero que uds. tampoco,bueno los mìos son unos dulces pero debo reconocer que hay algunos que mejor se hubieran dedicado a otra cosa.
Mañana, miercoles 5 vamos al instituto, nos toca el capitulo 10, comienza temprano 9hs de aquì,(14 de la Peninsula Ibèrica) y termina cuatro horas màs tarde.
Como no me gusta dar detalles para los que no estàn al tanto les dirè que es un largo tratamiento los llevo y cuàndo llegue al instituto conectarè la mini y me concentrarè en todo lo bueno, lindo y maravilloso de este mundo virtual en el que muchos de Uds. tienen un rol protagònico.
Como por estos lares estamos en invierno no se van a sofocar.
Que estèn bien

El dibujo es de Quino, el papà de Mafalda

La Bicicleta Blanca, canta Josè Angel Trelles




La bicicleta blanca
Polca/Tango

Música: Astor Piazzolla
Letra: Horacio Ferrer


Lo viste. Seguro que vos también, alguna vez, lo viste: te hablo de ese eterno ciclista solo, tan solo, que repecha las calles por la noche.
Usa las botamangas del pantalón bien metidas en las medias y una boina calzada hasta las orejas, ¿te fijaste? Nadie sabe, no, de dónde cuernos viene, jamás se le conoce a dónde diablos va.
De todos modos, si lo vieras pasar, miralo con mucho Amor: puede que sea, otra vez...

El flaco que tenía la bicicleta blanca;
silbando una polkita cruzaba la ciudad.
Sus ruedas, daban pena: tan chicas y cuadradas
¡que el pobre se enredaba la barba en el pedal!

Llevaba, de manubrio, los cuernos de una cabra.
Atrás, en un carrito, cargaba un pez y un pan.
Jadeando a lo pichicho, trepaba las barrancas,
y él mismo se animaba, gritando al pedalear.

"¡Dale, Dios!... ¡Dale, Dios!...
¡Meté, flaquito corazón!
Vos sabés que ganar
no está en llegar sino en seguir..."

Todos, mientras tanto, en las veredas,
revolcándonos de risa
¡lo aplaudimos a morir!
y él, con unos ojos de novela,
saludaba, agradecía,
y sabía repetir:

"¡Dale, Dios!... ¡Dale, Dios!...
¡Dale con todo, Dale, Dios!..."

Pero cierta noche, su horrible bicicleta con acoplado entró a sembrar una enorme cola fosforescente. ¡Increíble!: los pungas devolvían las billeteras en los colectivos; los poderosos terminaban con el hambre; los ovnis nos revelaban el misterio de la Paz; el Intendente, en persona, rellenaba los pozos de la calle, y hasta yo, pibe, yo que soy las penas, lloré de alegría bailando bajo esa luz la polka del ciclista.

Después, no sé, ¡te juro!, por qué siniestra rabia,
no sé por qué lo hicimos ¡lo hicimos sin querer!,
al flaco, ¡pobre flaco!, de asalto y por la espalda,
su bicicleta blanca le entramos a romper.

Le dimos como en bolsa, si asco, duro, en grande:
la hicimos mil pedazos... Y, al fin, yo vi que él,
mordiéndose la barba, gritó: "¡Que yo los salve!..."
Miró su bicicleta, sonrió, se fue de a pie.

(Mi viejo Flaco Nuestro que andabas en la Tierra: ¿Cómo te olvidaste que no somos ángeles sino hombres y mujeres?)

Flaco,
no te quedes triste,
todo no fue inútil,
no pierdas la fe...
en un cometa con pedales
¡dale que te dale!
yo sé que has de volver...

En este link que dejo a continuaciòn hay un listado en pdf de mùsica prohibida durante la dictadura militar.... entre las que se encuentra este tema....
Nunca pude encontrarle el peligro.
http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1158511&pid=7020340&toi=6485